ESTO ES LO QUE OCURRE REALMENTE CUANDO SE LEGALIZA LA PROSTITUCIÓN

La solicitud de licencia de apertura de un burdel en Nueva Zelanda tiene dos páginas. Tres páginas menos que la solicitud para adoptar un gato o un perro de Battersea Dogs and Cats home.


     La batalla más difícil que he tenido que librar como feminista contra la violencia machista, es aquella que lucha contra la expansión y normalización de la prostitución. Durante la investigación para mi libro, en el que trato de exponer la verdad sobre el comercio sexual, encontré una versión distorsionada de la realidad, propagada por las llamadas "trabajadoras sexuales" que renombra y blanquea el comercio sexual como una industria inofensiva.
     Durante dos años viajé 164.000 millas, entrevisté a 250 personas alrededor del mundo. El mayor obstáculo con el que me encontré fue la maquinaria de propaganda bien engrasada que esconde la verdad del comercio sexual y lo presenta al mundo como si fuera un regalo inocuo.
     Analizando atentamente toneladas de estudios académicos en favor de la prostitución, estudiando a los fundadores y partidarios del comercio sexual , cuestionando sobre los llamados "beneficios" de la legalización, y escuchando a las supervivientes del comercio sexual, descubrí la verdadera historia de lo que sucede cuando comprar, vender o alquilar el cuerpo femenino es legal y culturalmente sancionado.
     Nueva Zelanda es normalmente tomada como ejemplo de cómo erradicar los problemas inherentes a la prostitución. En 2003 el gobierno votó (por mayoría de uno) despenalizar el proxenetismo, los burdeles y la compra de sexo. El motivo, señalado por el Colectivo de Prostitutas de Nueva Zelanda (NZPC), era tan persuasivo como engañoso: eliminar las leyes relativas a todos los aspectos de la trata traería "derechos a las trabajadoras" y seguridad para todas las mujeres. Esto resultó, convenientemente para los empresarios del comercio sexual, en que los proxenetas y dueños de burdeles pasaran a ser llamados "hombres de negocios". Una vez oí a un proxeneta legal en Nevada hablar de su "negocio" como si se tratara de un McDonalds. Excepto que en el caso de la prostitución se vende carne humana.
 
Junto con otros países que han eliminado las penas contra los explotadores sexuales, como Holanda, Alemania, Nevada (EEUU) y algunos estados de Australia, Nueva Zelanda hizo que vender sexo fuera tan respetable como vender coches. La solicitud para abrir un burdel en Nueva Zelanda tiene dos páginas, tres menos que la solicitud para adoptar un perro o un gato de Battersea Dogs & Cats Home.
    Una de las muchas supervivientes del comercio sexual que conocí durante mi investigación es Sabrinna Valisce, que fue voluntaria del Colectivo de Prostitutas de Nueva Zelanda durante 25 años. Valisce hizo campaña junto a sus colegas por la legalización, pero ahora se arrepiente. "Pensé que daría más poder y derechos a las mujeres" me dijo, "pero pronto me di cuenta de que la verdad era todo lo contrario".
     Según Valisce, la legalización benefició a los puteros y a los dueños de burdeles mucho más que a quienes vendían sexo en ellos. "Los dueños de los burdeles podían elegir el precio, hacer un todo-incluído (que significa que el putero puede tener sexo con la mujer por la que ha pagado tantas veces como quiera)" dice Valisce. "Así que los clientes entran en la habitación, ven a una chica y ella tiene que apañárselas para hacer todo, cualquier cosa que ellos quieran".
   Bajo los sistemas de prostitución legalizada, el abuso sufrido por las mujeres es un "riesgo ocupacional" como cuando a un albañil se le cae un ladrillo en el pie. En Amsterdam, que presume de "burdeles ventana" donde las mujeres son exhibidas para que los compradores de sexo puedan elegir una a la que pagar por penetrar, el turismo sexual está tan normalizado que incluso Thomas Cook solía ofrecer tours con guía en las zonas de burdeles de las ciudad, a los que los niños menores de 3 años podían acceder gratis.
     En toda Holanda han traído mujeres traficadas desde África, Europa del Este y Asia para satisfacer la demanda. No ha habido nada de apoyo para las mujeres que quieren dejar la prostitución, y la turbiedad innata de las prostitución tampoco ha sido limpiada por la bendición legal. Igual que en Alemania y Nevada, los estrechos vínculos entre el crimen organizado y la prostitución no se han visto afectados, y las prostitutas siguen siendo asesinadas por los puteros y los proxenetas a un ritmo alarmante.
     Un artículo del World Development informó de que los "países con prostitución legal tienen una cantidad significativamente más alta de incidencias de tráfico humano".
     La legalización del comercio sexual no hace nada para proteger a quienes comercian con su cuerpo. Soy una de las muchas feministas abolicionistas activamente pidiendo que acabe la criminalización de las prostitutas, y que se criminalice a los consumidores. Durante el tiempo que pasé en los burdeles legales de Australia, Holanda, Nevada y Alemania y en sus llamadas "calles de tolerancia", descubrí que el efecto más pernicioso de eliminar las sanciones criminales a los proxenetas es el modo en que la prostitución pasa a convertirse en una simple transacción comercial, que, oportunamente, sirve para esconder la verdad sobre el año y abuso que existe en lo más profundo del comercio sexual.

Traductora: Marina Liñán

Artículo original publicado en The Independent, el 5 de agosto de 2017

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